De la subjetividad del diseño y su perfección

Martino Liu
8 min readApr 9, 2016

Diseñar es enfrentarse a una problemática, la de la subjetividad, por un lado está la del autor y por otro está la de los demás. Una vez resuelto el conflicto se puede hablar de la perfección del diseño.

Palabras clave: Subjetividad. Objetividad. Perfección. Diseño. Teoría de los objetos. Semiótica. Gestalt.

“De tu arte a mi arte prefiero mi arte”

Cuando se trata de analizar un diseño, entendido éste como cualquier producción gráfica o industrial, se abordan cuestiones de estética y funcionalidad, y muy frecuentemente entran en conflicto las connotaciones de belleza, utilidad y sus opuestos, es decir, se adentra en el campo de la subjetividad y resulta complicado lograr un análisis objetivo de determinado diseño. Sabemos de antemano que cualquier objeto o imagen que se vaya a analizar o criticar, comunica o significa algo desde el punto de vista semiótico, por eso cuando el propósito de la crítica es “aceptar” o rechazar” una propuesta de diseño la semiología es una herramienta válida para encontrar en la obra sus cualidades y virtudes, o en dado caso sus defectos, para así determinar si el diseño se considera bueno y por lo tanto bello, funcional o simplemente inútil. También se puede abordar el problema desde otras perspectivas de estudio como lo es la psicología, la fenomenología, la sociología o desde la Gestalt, pero cualquier crítica se verá afectada por la subjetividad del individuo debido a que cada crítico o analista de diseño percibe la realidad de forma distinta a los demás y por esa razón será muy difícil llegar a un acuerdo o convencionalidad en la que todas las partes coincidan en que una cosa es buena, mala, fea o bella de manera absoluta, en otras palabras, un diseño perfecto. El presente texto intenta aproximarse a estas cuestiones de subjetividad y perfección en el diseño dejando en claro que no se pretende profundizar en cada uno de los aspectos que se irán mencionando a continuación.

En una muestra de diseño, en un museo de arte o en escaparate de un centro comercial, se exponen al público en general conceptos, productos ó imágenes que bien pueden causar agrado o desagrado en el observador. Normalmente el observador de una muestra de diseño no se cuestiona el proceso del producto, sino que simplemente observa el resultado y lo critica. Así mismo, en una academia de arte o en una escuela de diseño, el maestro se para frente a la obra o producto y lo critica, quizás en este caso con un poco mas de objetividad debido al acercamiento previo que tuvo con el autor del trabajo, pero siempre dejando ver su punto de vista personal de acuerdo a su experiencia y por lo tanto subjetivo. También es el caso del consumidor que prefiere comprar por ejemplo una cafetera con ciertas características que a su parecer le son favorables y desprecia la cafetera que está enseguida siendo que ésta pudo tener un proceso de diseño especialmente pensado para que ese consumidor escogiera la cafetera y sin embargo la despreció. Tanto el maestro, como el consumidor y el observador son para el autor de la obra o el diseño, los jueces más críticos y difíciles, y se vuelve en verdad una misión casi imposible agradar a la mayoría de las personas ya que el problema con el que se enfrenta el diseñador es uno con doble filo, el de la subjetividad, por un lado esta la suya y por el otro la de los demás.

Para el diseñador la crítica a su trabajo debe ser bienvenida ya sea esta positiva o negativa, pues le servirá para la mejora de su diseño y estará alcanzando en cierta manera esa convencionalidad de la que se comentó en un principio. Sin embargo resultaría curioso observar el siguiente experimento: Si se le presentara a una persona un diseño cualquiera y se le preguntara qué le cambiaría o cómo lo mejoraría nos daría ciertas puntuaciones que se deberán llevar a cabo. Una vez realizadas estas mejoras, se le preguntará lo mismo a una segunda persona y nos dará su opinión al respecto, después de realizar la segunda mejora del diseño se le preguntara de nuevo a una tercera persona y así sucesivamente. El punto a mencionar aquí es ¿hasta donde se podrá mejorar dicho diseño? ¿Será una especie de mejora sempiterna ó llegará un punto en el que el diseño se considere perfecto? Resulta tentativo mencionar que si se realizara un experimento de estas características, el proceso sería inagotable porque el diseño sería una especie de pelota que botaría de una subjetividad a otra sugiriendo de manera metafórica el principio del movimiento perpetuo que en ámbitos de la física no se ha logrado alcanzar aún, pero si ese proceso llegará a un final, se estaría hablando de la perfección de ese diseño, lo cual también se puede poner en tela de juicio porque la perfección es para una persona lo que la imperfección es para otra debido a la distinta percepción de la realidad de los individuos. Entonces se puede decir que no existe el diseño perfecto debido a la subjetividad que lo envuelve.

Por otro lado, se puede analizar este otro caso; un lápiz es un objeto diseñado específicamente para escribir o dibujar y es en sí la evolución misma de aquel instrumento que utilizaban los antiguos pobladores de este planeta para plasmar su proceso histórico. Pero esa evolución ha sido considerablemente mínima comparada con otros objetos que en un corto periodo de tiempo han cambiado radicalmente de forma y hasta se les han agregado funciones o se les han cambiado. Para el caso del lápiz una evolución radical podría ser el teclado o el mouse de una computadora pero en esencia ya se ha perdido aquella finalidad del objeto en la que el usuario mediado por éste está en contacto directo con las ideas y el papel sin que se altere el proceso de la manifestación de las ideas, como en el caso de la computadora que limita y afecta gravemente dicho proceso. Así pues el lápiz como concepto tendrá distintas representaciones como pueden ser las plumas, los colores, los pinceles, los rotuladores, etc., pero la funcionalidad sigue estando intacta. Por estas razones cabe la posibilidad de afirmar que el concepto del lápiz es la parte perfecta de su diseño, ya la forma, color, textura y otras atribuciones podrán ser innecesariamente mejorables y por lo tanto subjetivas. Dicho esto, se puede hacer notar que la perfección de un diseño está concentrada en una de sus partes más no en su totalidad, por lo que la subjetividad de la que hemos venido hablando estará aún presente cuando se trate de un diseño en parte perfecto o ideal.

Volviendo a la cuestión de la crítica hacia un producto o imagen gráfica, el diseñador se sentirá muchas veces amedrentado por la rudeza con que una supuesta autoridad en diseño crítica uno de sus trabajos o bien podrá sentirse halagado con la excelsa crítica positiva que otra autoridad hará de su trabajo. En ambos casos, dicha autoridad bien puede ser un diseñador con mayor experiencia, el cliente con agudeza crítica, un simple compañero de trabajo o un familiar que dice las cosas francamente para apoyar y sin temor a ofender. El problema radica en la supuesta autoridad, ¿Por qué conferir autoridad a alguien más cuando el diseño es la expresión propia de una percepción de la realidad muy particular?, sin embargo, como ya se ha mencionado, esa supuesta autoridad, algunas veces respetada otras despreciada, si retroalimenta al diseñador para posiblemente mejorar su diseño y poder llevarlo a un estado más cercano al ideal, aunque también podrá optar por mantener intacto el diseño realizado debido a consideraciones personales e inapelables o lo que es lo mismo; subjetivas.

Se ha hablado pues de que el diseño puede ser en parte ideal debido las subjetividades extrínsecas e intrínsecas. También se ha mencionado que la crítica a un diseño es por lo mismo siempre subjetiva. Para darle sentido a esta articulación de ideas se debe perseguir el objetivo con el que nació este texto, es decir, alcanzar un nivel de consenso para poder idear normas o códigos basados y fundamentados en la relación de los aspectos sociales y culturales característicos de una determinada sociedad para entonces poder discernir los conflictos y llevarlos a un grado de convenio para poder de alguna forma lograr que (cuando se critique un diseño o cuando se realice el mismo), se tengan bases para criticar de una manera sólida, eficaz y condensada, y entonces si calificar o evaluar cualquier tipo de diseño con números o especificaciones técnicas válidas y aprobadas en consenso.

En realidad si existe de alguna forma este consenso del que se habla y se pone en práctica más o menos en las escuelas de diseño y en el gremio en general, pero resultaría verdaderamente innovador y revolucionario para la profesión expresar de manera precisa estas convencionalidades del diseño en un documento que resguarde la integridad de una critica y que también sirva de sustento para la elaboración de los diseños del futuro.

Es preciso mencionar también un aspecto de suma relevancia. Si se habla de un consenso es necesario aclarar que dicho consenso deberá realizarse para cada sociedad en particular por lo siguiente; en la era actual se esta experimentando un proceso de globalización de las sociedades y de las culturas y es necesario entender que para cada cultura los valores simbólicos de los objetos e imágenes son muy distintos, por lo que se corre el riesgo de prostituir el diseño para una sociedad, es decir, un diseño alemán esta realizado para una mentalidad alemana no así para una mexicana por ejemplo, aunque se tenga en alta estima dicho diseño quizás no es el adecuado para esa sociedad. Es mejor respetar los valores culturales y promover el diseño en aras del enriquecimiento de una cultura regional para lograr la integración de los miembros en sociedad y contribuir con un convivio armónico entre individuos y su hábitat, entendido éste como su entorno natural y artificial. Aunque es cierto que no esta de más observar los valores simbólicos de otras culturas para enriquecer la propia sin dejar de respetar ambas. Estos temas no se analizarán con mayor precisión debido a los alcances particulares de éste escrito por lo que se invita a reflexionar sobre la temática expuesta y tratar de entender por qué razón los diseños que están en el entorno son como se conocen y que se podría mejorar objetivamente.

Bibliografía:

“Una aproximación a la teoría de los objetos”. Irving Gerardo Monroy Ramírez de Arellano / Héctor Flores Magón y Jiménez / Revista CUAADERNO / Número 1 / Septiembre del 2002 / Universidad de Guadalajara.

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